Bienvenidos de nuevo. Hoy les traigo un tema que tiene una gran prevalencia en la población infantil y que ha generado mucha controversia sobre su diagnóstico y tratamiento. Se trata del TDAH.
Como bien se sabe, el Trastorno por déficit de atención con Hiperactividad es conocido como TDAH y se encuentra dentro de los trastornos del desarrollo neurológico (última versión de la clasificación de los trastornos mentales DSM V). Este trastorno agrupa una serie de criterios o características que permiten un adecuado diagnóstico a nivel clínico, pero seamos honestos, los primeros en identificar estas conductas son los padres o los docentes con quien el niño/a convive la mayor parte del tiempo. Por eso, este artículo tiene como propósito explicar de forma clara y con ejemplos como se evidencian estas características para que puedan llevar al profesional adecuado y así hacer un diagnóstico e intervención a tiempo.
Lo primero que debemos hacer es entender el trastorno y saber como se expresa en nuestros niños. El TDAH se considera un trastorno del desarrollo neurológico porque afecta las funciones ejecutivas de los niños y éstas son consideradas como aquellas actividades complejas a nivel cerebral que permiten organizar, planificar, evaluar y guiar el comportamiento para alcanzar las metas propuestas. Específicamente en el TDAH las funciones ejecutivas afectadas están relacionadas con la memoria de trabajo, autoregulación de las emociones, motivación y solución de problemas (Barkley, 1998).
Existen diferentes teorías que explican el TDAH y se dividen en: el modelo médico que tiene que ver con asociar el trastorno con causas netamente biológicas perinatales o prenatales durante la concepción y el parto. El modelo psicopedagógico habla que la causa del trastorno es ambiental, asociados a problemas de interacción familiar, problemas socioeconómicos en la familia o el exceso de refuerzos positivos brindados al niño durante el proceso de crianza. Finalmente está el modelo interaccionista que habla de que la causa de este trastorno se debe a la interacción entre los dos modelos comentados anteriormente, es decir, influencia biológica y la influencia del ambiente (Rodríguez, 2016).
Una vez que comprendemos porque el TDAH no es sólo un trastorno del comportamiento sino que tiene su implicación neurológica, debemos identificar las dos grandes ramas en la que este se puede presentar y éstas son: en primer lugar la inatención y en segundo lugar la hiperactividad e impulsividad.
Expliquemos cada uno describiendo los síntomas que podemos evidenciar. Con respecto a la inatención o déficit de atención los niños con mucha frecuencia no prestan atención a detalles o se cometen errores en actividades que requieran esfuerzo mental como por ejemplo en una actividad el niño no lo completa porque no recuerda la instrucción. Otra característica de la inatención es que al niño se le dificulta mantener la atención sostenida en una actividad que sea prolongada por ejemplo una lectura amplia, una conversación o una actividad recreativa que tenga gran cantidad de instrucciones, otro aspecto importante es que el niño/a parece no escuchar cuando se le habla y no sigue instrucciones, por ejemplo no responde al llamado de su nombre o cuando se le pide hacer algo no lo hace, no porque no quiera sino porque no presta atención. También se le dificulta organizar sus artículos escolares y personales, con frecuencia los pierde, es decir, son esos niños que todos los días llegan diciendo que se les perdió algún artículo escolar bien sea lápiz, borrador, colores, etc. Otra característica fundamental de la inatención es que se distrae con mucha facilidad con estímulos externos y se molesta cuando se le pide hacer una actividad que implique esfuerzo mental o que sean extensas.
La segunda rama de esta problemática, es la hiperactividad/impulsividad y una de las características es que puede mover mucho las manos o moverse constantemente en su asiento (aquí me detengo porque debemos diferenciar los movimientos repetitivos y estereotipados que son muy comunes en el autismo y son movimientos involuntarios, a diferencia de este movimiento que es voluntario y los niños lo hacen por el exceso de energía), los niños se levantan muy constantemente e interrumpen conversaciones cuando se espera que se mantengan sentados y callados, por ejemplo, son niños que corren por el salón o la casa, cuando la maestra está hablando interrumpe haciendo preguntas incongruentes con el tema que se está tratando o cuando los padres conversan entre sí el niño interrumpe y habla sin importar si puede o no hacerlo. Son niños que hablan excesivamente y todo el tiempo están en movimiento, responden preguntas antes que la persona culminara la misma, se molestan cuando lo hacen esperar y no tolera mantenerse en una actividad recreativa que no implique movimiento (DSM-V).
Como bien se explicó estos niños pueden presentar conductas aisladas unas de otras y ante diferentes circunstancias, es por esto que los padres y docentes deben estar atentos y ser bien objetivos a la hora de hacer una observación conductual o a la hora de decir que el niño está presentando TDAH. Existen conductas como las mencionadas anteriormente que pueden presentarse como consecuencia a un evento externo y no porque el niño tenga esta problemática (con esto me refiero a que por ejemplo hay un periodo evolutivo en donde los niños preguntan de todo y no es por que presente TDAH sino que esta en proceso de descubrimiento del mundo, otro ejemplo muy común es aquel niño que le grita al docente pero cuando se indaga el porque se descubre que en casa hace lo mismo) y es aquí donde tenemos que ser bien cuidadosos, muchos padres llegan a consulta diciendo mi hijo no obedece y a la maestra tampoco me dicen que tiene TDAH porque no atiende, y al evaluar resulta que hemos reforzado la conducta de no obedecer brindando muchos refuerzos positivos ante la misma y esto es, lógicamente, sin que los padres tengan conocimiento sobre lo que está sucediendo. Para determinar si existe o no el trastorno, se debe hacer una evaluación exhaustiva, haciendo observaciones conductuales de los niños en diferentes ambientes (casa, escuela, calle) para así hacer un diagnóstico fiable. Como profesionales de la salud mental debemos ser éticos a la hora de evaluar e intervenir y olvidarnos sólo de etiquetar para que todo sea más rápido sino que debemos centrarnos ir más allá de diagnosticar y ver que necesita ese niño que tenemos al frente. Como padres también tenemos la responsabilidad de acudir a profesionales confiables y brindar toda la información requerida para ese fin. Como docentes, deben conocer todas estas características y saber diferenciar el TDAH de un problema de conducta por dificultades en la crianza porque con esto estamos promoviendo que estos niños no sean mal diagnosticados ni etiquetados.
Les comento un poco mi experiencia sobre como me gusta trabajar en conjunto, una vez identificadas conductas negativas por parte de los padres y el docente, se comienza con el proceso de evaluación haciendo análisis funcional de las conductas que más se repiten y ver como los padres han mantenido las mismas, luego se hacen planes de observación para casa y escuela para comprobar que estas conductas se den en ambos ambientes, una vez diagnosticado el TDAH hay que ver si predomina la inatención (es cuando el niño presenta características asociadas a la inatención pero no con todas las características de hiperactividad/impulsividad), si predomina la hiperactividad (es cuando hay más características de hiperactividad/impulsividad y no de inatención) y está el combinado cuando se presentan las dos juntas, y desde aquí se comienza a elaborar un plan de intervención donde se pide colaboración de padres y docentes para el logro de todos los objetivos.
Como he comentado, cada niño es diferente, no todos tienen las mismas características y unos son más intensos y frecuentes que otros, es por eso que la evaluación debe ser individual y tomando en cuenta los eventos externos que rodean a ese niño como por ejemplo: historia de vida del niño (aspectos médicos prenatales y postnatales), convivencia familiar, relación entre los padres, escolaridad de los mismos y si los padres perciben apoyo de la escuela a la que va su niño. Todo esto con el propósito de poder canalizar la intervención y elaborar la misma tomando en cuenta todas estas variantes.
Padres, recuerden que nadie conoce más a sus hijos que ustedes mismos, solo que a veces no podemos explicar con palabras lo que vemos, pero con ayuda de un profesional pueden ayudar a sus niños.
En una próxima entrada hablaremos sobre como trabajar conductas negativas en niños y actividades para trabajar funciones ejecutivas.
Cualquier duda o comentario déjenlo por esta vía, y les comento que tenemos un espacio para padres y docentes sobre un entrenamiento para el manejo conductual de niños con TDAH.
Consulta bibliográfica:
Rodríguez, E. (2016). TDAH: Modelos explicativos, modelos y recomendaciones. Publicado por Psyciencia. https://www.psyciencia.com/tdah-modelos-explicativos-mitos-recomendaciones/
Guía de consulta de criterios diagnósticos del DSM-V
Barkley, R.A. and Murphy, K.R. (1998). Attention-Deficit Hyperactivity Disorder: A Clinical Workbook. New York: Guilford.
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